Los colmillos de la Muerte

01-09-2025

Los colmillos de la Muerte

El viento es frío. Han acabado las largas jornadas y se acercan los días oscuros. Deba está preocupada. Hay que buscar comida para el grupo. Para esta época, en años anteriores ya habían encontrado mucho más alimento. La caza está siendo escasa últimamente. Desde la aparición de la bestia, parece que los demás animales hayan desaparecido. Los ha asustado, los ha obligado a esconderse.

DEBA y el resto de su tribu tendrá que ir al mar a pescar y recolectar. De momento tendrán que conformarse eso y con las plantas y hierbas recogidas alrededor de la cueva. Pero, de ese modo, el grupo corre el riesgo de acabar debilitado.

Han partido hacia el mar. Deba va por delante. Ella es la líder. Es joven, es fuerte y también es la que tiene sus sentidos más desarrollados. Desde que era solo un cachorro ha sido la cazadora más hábil del grupo gracias a su extraordinario olfato, oído y vista. Sin embargo, nadie la cree cuando dice que por la zona merodea una gigantesca bestia. Ni ella misma sabe a qué especie pertenece aquella fiera que un día entrevió. Tal vez no era más que una sombra. ¡Pero, no! Lo que sintió en su interior le dice lo contrario: «Una imponente bestia anda cerca».

Cuando han recorrido la mitad del camino, escuchan un rugido estremecedor. Dirigen la vista hacia Praileaitz y ven lo que parece un animal gigante. Es torpe, tiene un andar lento, pero es la bestia más descomunal que han visto nunca. Deba hace un gesto a sus compañeros y agarra su lanza con fuerza. Les ha dado orden de correr, pero todos se han quedado como congelados. No quieren enfrentarse a la bestia. Continúan cabizbajos el camino hacia el mar.



Llegan a la playa y se encuentran con el chamán. Está recogiendo las algas que había dejado a secar. Cuando el grupo se le acerca, al chamán no le gusta lo que ve en sus caras. Hay vergüenza, miedo y cobardía. Excepto en Deba. En los ojos de Deba está prendido el fuego de la rabia. El chamán les pide a todos que se sienten a su alrededor. Enciende un fuego en el centro y da comienzo al rito. Extrae unas hierbas moradas del talego que lleva en la cintura. Cuando las arroja al fuego, se forma una enorme nube de humo.

- La bestia espera a Deba. Me lo ha mostrado la nube. La Muerte también está presente y solo perdonará a los valientes.  .

La reunión se disuelve y la tribu se dispone a buscar víveres. Comienzan a recoger pequeños animales en la orilla y las rocas cercanas. Cuando tienen los morrales llenos con las capturas del día se disponen a volver a la cueva. Más o menos a medio camino, Deba se detiene de golpe. Deja en el suelo sus cinturones rebosantes de pescado y se queda inmóvil, aferrada a su lanza. Mira fijamente a los más fuertes de la tribu. Todos saben que con lo que han capturado no tienen suficiente para superar el invierno. Pero todos tienen miedo a la Muerte.

Deba parte en solitario. Con la mano que tiene libre va acariciando el collar que le regaló el chamán hace tiempo. Aunque no conoce a la bestia, sabe cómo dominarla. Los espíritus de todas las bestias que ha cazado en su vida le darán fuerza. Todos están en ella. No tiene miedo.



Deba orienta sus pasos al lugar donde han escuchado a la bestia por última vez. Sabe que la bestia ya la ha olido. Ahora tiene que conseguir que la siga. Deba se ha acercado a la cueva de Praileaitz, a cien pasos de donde se encuentra la trampa. Hace tiempo que cavaron un gran agujero en el suelo. Era la forma más segura de cazar grandes bestias y por eso la tribu trabajó duro. En el fondo de la sima colocaron afiladas lanzas y, para terminar, camuflaron el hoyo con ramas y hojas.

Cuando se encuentra a 80 pasos de la cueva, descubre que la bestia la está siguiendo. Se acerca a una velocidad vertiginosa y sus rugidos provocan un intenso escalofrío en Deba. La voz dentro de su cabeza cesa, su corazón se acelera y, súbitamente, sus piernas comienzan a correr. Al llegar al hoyo, Deba, con la agilidad de una ardilla, se sube al árbol que crece en el borde de la trampa. El animal no puede frenar a tiempo y cae emboscado. Deba recoge las piedras depositadas junto al árbol y comienza a arrojarlas contra la cabeza del animal. Los bramidos de la bestia son espantosos. Finalmente, enmudece. La lucha ha terminado.

Deba baja al foso. Arranca los colmillos a la bestia. Añade uno a las cuentas de su collar. El otro, en cambio, lo deposita en el fondo de la cueva de Praileaitz haciendo una ofrenda a la Muerte. Deba regresa a Ermittia y es recibida por el chamán. Este le ofrece una bebida que le ayudará a dormir y a soñar con la bestia. Deba vacía el jarro de un trago.

Cuando despierta, la tribu está ocupada en trocear la carne y curtir la piel del animal. Deba se lleva la mano al collar. Puede tocar el segundo colmillo de la bestia.

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